Parecían ser el futuro, tanto en cine como en investigación. La convivencia de los humanos con robots inteligentes había logrado implantarse iconograficamente hablando como símbolo del próximo milenio, sustituyendo a unos coches voladores que no dan ni despegado.
Sin embargo, todas las investigaciones estaban equivocadas en su metodología: aspiraban a dotar de iniciativa propia y sentimientos a los robots cuando en realidad, más que humanizar a los robots, la solución está en robotizar a los humanos.
Es mucho más fácil y funciona perfectamente: he visto uno de ellos esta mañana en una ciudad del noroeste de Galicia (España) llamada Coruña. Era un ejemplar de unos 40 años, varón. Se encontraba en un pazo de cebra con amplia visibilidad de cada lado y ningún vehículo motorizado a la vista. Sin embargo, la calidad de su programación hacía que esperaba recibir el estimulo visual de un figurín verde para cruzar aquella calle.
Ya había oido hablar con antelación de ejemplares cuyo comportamiento cambiaba después de recibir impactos visuales llamados publicidad, o de numerosos programas de monitorización conductal desde la infancia con varios kits de robotización entre los cuales destacan por sus resultados los modelos religión y consumismo. ¡Los resultados son espectaculares pues las personas parecen carecer por completo de voluntad propia!
Por esto me parece adecuado aconsejar que se abandone la investigación robótica ya que nos arriesgamos a que los robots fabricados acaben siendo una vez humanizados más inteligentes que los propios humanos... cuyo grado actual de robotización me parece terrorífico. ¿bip?
domingo, noviembre 06, 2005
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